LOS ARETES DE ORO
Marian Thomé Delgado
Era un domingo, fui al centro a comprar los zapatos de mi hermana, fuimos
mi mamá, mi hermana y yo. Decidimos ir en el camión, dimos muchas vueltas porque
a mi hermana no le gustaban los que veíamos. Después de dos o tres horas,
escogió unos.
Más tarde decidimos comprar unas papas, luego ya nos íbamos hacia la
once para tomar el camión, pero al cruzar la calle, un ratero me estaba
observando; mi mamá me dijo “Aguas, arrímate para acá; yo no lo había visto,
así que no me acerqué. Dio el rojo y mi mamá dijo “Avanza rápido”. Yo avancé,
mi hermana me distrajo, el ratero me agarró por detrás y me arrancó los aretes
de oro que mi mamá me había regalado.
Me tomó de sorpresa, me espantó mucho, mi mamá lo agarró de los cabellos,
pero por agarrar también a mi hermana, se le soltó y empezó a correr en medio
de la calle; yo, por más que la quería ayudar, no pude.
A mi mamá le agarró coraje y yo, como me espanté me dio mucha sed toda la
tarde y toda la noche.
Después tomamos el camión, llegamos a la casa y todos me regañaron por
no ponerme las pilas y no fijarme quien me ve y quien no. Todo eso me sucedió
en un alto en medio de la calle.
1B
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